El destino, una vez más

El pasado día 4 de abril, tendríamos que haber asistido a un concierto en el Auditorio Nacional de Música, con el título “El destino una vez más”, en el que la Orquesta y Coros Nacionales de España en esta ocasión tendría que estar dirigida por el joven director polaco Krzysztof Urbański.

Aunque no es comparable una audición de un concierto en directo y sala sinfónica, con el mejor de los equipos de música, pretendemos que podamos deleitarnos mínimamente del evento al que no pudimos asistir, para lo cual adjuntamos enlaces de las obras programadas y los comentarios publicados por la propia OCNE, en la convocatoria de este concierto.

Con aire desenfadado escribió Shostakovich su Concierto para piano núm. 2. No podía ser de otra manera, tratándose del regalo de cumpleaños para su hijo Maxim. Con formas que recuerdan a Prokofiev en los extremos y a Rachmaninov en el centro, sin perder su reconocible firma, Shostakovich sacó fuerzas mientras volvía al rebaño estalinista, componiéndolo al mismo tiempo que su Sinfonía núm. 11.

El sino de sus tiempos. Tchaikovsky escribió su Cuarta entre sus habituales desquiciamientos emocionales y con Beethoven como paradigma al que aferrarse. El destino (¡esas llamadas en los metales!) y la sombra del alemán, como también pasó con la Quinta de Mahler o la Novena de Dvořák, llamó a su puerta. El resultado fue un excelso Romanticismo ruso «occidentalizado», con melodiosa intensidad y la exaltación de sus propias pasiones como características principales.

Redondea el programa Krzesany, poema sinfónico (como también se tildó a la Cuarta de Tchaikovsky) con tintes folclóricos de Wojciech Kilar, al que todos reconocemos por bandas sonoras como Drácula de Bram Stoker o El pianista.