Sobre el arte y la gastronomía

LA RESTAURACIÓN Y EL ARTE SE DAN LA MANO Y NOS DESPIERTAN LOS SENTIDOS

Queridos amigos y asociados.

Me gustaría compartir con vosotros mi visión personal de la restauración y el arte que desde hace años me dedico a él.

Desde un punto de vista, una perspectiva inusual en aquellos que nos dedicamos a este bello mundo y negocio, y que,  muchas veces por falta de tiempo, no solemos ahondar y compartir entre nuestros amigos.

Estoy refiriéndome en esta ocasión a la restauración al punto de vista del comensal, de nuestros clientes y amigos, cada uno con su particular mundo sensorial, un mundo tan apasionante y rico que precisa los cinco sentidos para entenderlo en su totalidad, lo mismo que lo necesita el arte para poder comprenderlo y no siempre es fácil.

Me dedico a la Restauración desde hace más de cuarenta años, desde que conocí a mi marido y tuve la gran suerte, gracias a un marido muy emprendedor y abierto al mundo de la hostelería, de poder viajar y conocer diferentes culturas y gentes. Recuerdo la pasión que ponía cuando me  llevaba a almorzar a restaurantes de renombre en distintos países, donde el lujo y sofisticación no era lo más importante. Lo importante era la pasión, el amor de las personas que creaban y gestionaban ese espacio, ese pequeño universo donde reinaba la armonía y la belleza del buen quehacer, donde cualquier mínimo detalle deleitaba los sentidos. Lo mismo nos pasa en el arte, entramos en un museo y allí podemos perder los cinco sentidos, con la belleza que muchas veces nos sorprender ciertos cuadros que vemos.

La primera impresión entra por la vista que recorre el espacio con su belleza en el conjunto: la decoración, las flores, la cristalería, la vajilla, la cubertería los uniformes, … Nos pasa lo mismo con los cuadros cuando vemos un cuadro ya sabemos si nos gusta o no nos gusta.

Al sentarse con el tacto descubres las mantelerías de lino y esas servilletas, grandes perfectamente posicionadas, dando la bienvenida al principio de una mágica experiencia, como si de un ritual se tratase. El órgano de este sentido es la piel, que cubre todo nuestro cuerpo.

En el oído percibes la música que se nos presenta como un buen acompañante que no nos abandonará, ni queremos que nos abandone. La música es el arte más directo, entra por el oído y va directa al corazón.

El olfato nos ofrece el gran privilegio de poder oler los vinos y percibir diferentes aromas que nos recuerdan a la naturaleza  a la que pertenecemos: flores, hierbas, frutos, vegetales,…. Todo aquél que siente los olores debe serles fiel.

Y el gusto, al paladar, que quizás el más evidente para todos y el sentido que nos haya llevado hasta ese lugar, ese país, ese rincón del mundo donde nos deleitan con recetas únicas elaboradas con las mejores materias primas a su alcance, aderezadas con el cuidado y el cariño de las manos de grandes cocineras y cocineros que ponen su creatividad en ebullición. Y nada es más bello que cerrar los ojos y pensar en una buena obra de arte…. tanto en un plato como en  un cuadro.

Os digo con toda sinceridad, al disfrutar de la restauración y también del  arte ya que van un poco unidos de la mano,  se me despiertan los cinco sentidos y  siento que me voy enriqueciendo  y construyendo momentos de felicidad que componen mi vida.

Al fin y al cabo la gastronomía y el arte que yo hoy día por razones obvias me dedico a ello,  estoy aprendiendo que  son una forma de entender la vida,  son creatividad.

Y en esta vida tan acelerada que nos absorbe, debemos parar, para poder disfrutar de los cinco sentidos, de nuestro precioso mundo, y de que estamos maravillosamente vivos y que la vida es para eso, para vivirla y disfrutarla.

Ya que son experiencias únicas que nos acompañaran en la memoria.

Os animo a ello.

Remedios Seijo Díaz