Biografías carismáticas

Empezamos una serie de biografías cortas de personajes carismáticos.

Remedios Seijo nos manda este interesante «biopic» del tenor canario Alfredo Kraus, toda una leyenda.

Alfredo Kraus Trujillo, (Las Palmas de Gran Canaria 1927 -Madrid, España 1999) tenor y profesor de canto español.

Está considerado como uno de los mejores tenores líricos ligeros de la segunda mitad del siglo XX, era hijo de madre española y padre periodista vienés naturalizado español, inicio su pasión por la música a la joven edad de cuatro años empezó con colecciones de piano y cantando en el coro de su parroquia.

A los 27 años decide dedicarse de pleno a la música y se fue a Barcelona a estudiar con la profesora rusa Gali Markoff de allí pasó a Valencia, donde trabajó con el maestro Francisco de Andrés y ya en 1956 salió para el Conservatorio de Milán donde tuvo como profesora a Mercedes Llopart, renombrada soprano española y posteriormente se convirtió en famosa maestra de cantantes.

Su debut internacionalmente fue en el Teatro Real de El Cairo 1956 con el papel del Duque de Mantua en la ópera «Rigoletto» de Verdi y con el papel de Mario Cavaradossi en la ópera de «Tosca» de Puccini. Allí estuvo dos años, a partir de ese momento su carrera iría creciendo y le llevó a actuar en varios escenarios del mundo.

Uno de los personajes que  más le dio a conocerse fue en «Werther», de la ópera homónima de «Jules Massenet».

Kraus supo procrear un repertorio bastante escogido y adecuado, perfecto para la vitalidad y calidez que tenía su voz, lo que unido a su técnica perfecta  le permitió poder cantar superando los setenta años en repleta posesión de sus facultades vocales, a todo esto tengo que decir que su repertorio no fue  demasiado extenso, él prefería poco pero muy bien.

Desde 1965 ya fue el artista titular del Metropolitan de Nueva York.

Una de las cosas que más le gustaban eran las Zarzuelas las cuales bordaba, pero en realidad su especialidad fueron las óperas francesas e italianas del siglo XVII, de lo que más se recuerda de él son interpretaciones del sólo, en papeles como las que interpreto Werther, Fausto, el duque de Mantua en «Rigoletto» y Alfredo en «La Traviata» pero no podemos olvidar sin duda que ha sido uno de los grandes tenores del siglo XX.

En el concurso Internacional de Canto en Ginebra (Genève), se presenta y tiene la gran suerte de quedar finalista eso le abre casi todos las puertas, allí mismo ya firma su primer contrato para poder debutar. Primero en El Cairo luego vuelve para cantar en Sevilla, aunque su lanzamiento internacional fue en Lisboa cantando la Traviata con Maria Callas, eso le llevo a él a una iniciar carrera fulminante, estuvo cantando por todos los teatros del mundo y por supuesto con las divas más famosas.

Su repertorio es muy amplio alcanza los 25 títulos y además tiene un don, es el cantante de ópera que tiene la salva de aplausos más grande que se ha conseguido (48 minutos cronometrados) ¡ya son unos pocos!

Ya en 1991 celebra sus 35 años de carrera sobre los escenarios y en el Auditorio Nacional de Música celebra un recital y al mismo tiempo Las Palmas de Gran Canaria le da un homenaje. Ese mismo año le fue otorgado en Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Ese premio él lo compartió con seis compañeros líricos muy importantes españoles como podían ser:

Pilar Lorengar, Victoria de los Angeles, Montserrat Caballé, José Carreras, Placido Domingo y Teresa Berganza.

Pero las cosas no salen nunca como uno quiere, un año después Kraus fue excluido de la listas de cantantes invitados para participar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992) ahí empezó una larga polémica y muy agria para él ya que eran amigos y formaban parte de la lírica nacional con un buen renombre.

Kraus por aquel entonces acusó a Carreras de ser el responsable directo de que él no fuera invitado con los otros cantantes a participar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), lo que lastimó mucho su sensibilidad con otras figuras de la lírica como Plácido Domingo y Montserrat Caballé, ya que Carreras era de aquella (director musical de los Juegos), después de muchos tamas y dacas al final fue invitado para cantar en la ceremonia.

En enero de 1996 Kraus celebra sus 40 años en los escenarios como profesional lírico, con ese motivo emprende una gira de dos años por todos los escenarios líricos del mundo, pero al año siguiente lo deja todo por la muerte del amor de su vida, su mujer Rosa Blanca Ley-Byrd, esposa desde 1960. Rosa Blanca era un gran apoyo que representaba para él en el desarrollo de su carrera, era la clásica mujer que siempre está detrás de un gran hombre importante, el espíritu y la entereza de Rosa Blanca era para él algo incondicional, él amaba la vida de familia que ella le supo dar con esos cuatro hijos que tuvieron.

Kraus se retira de los escenarios una vez que su esposa y compañera de carrera fallece, eso lo lleva a sumirse en una profunda depresión pero el tenor vuelve a los nueve meses a pisar los teatros,  ¡¡siguió cantando!!

En 1980 se volcó en transmitir a las nuevas generaciones todos los conocimientos que él tenía sobre el bell-canto y ahí logra compaginar sus actuaciones con la docencia.

Uno de los legados más queridos fue dejar plasmado en el Concurso de Canto Alfredo Kraus en Las Palmas de Gran Canaria, aspiración que se ve cumplida en 1990 en su primera edición.

Y a los 71 años después de una grave dolencia degenerativa que se agravó con el fallecimiento de su esposa, Kraus nos deja para siempre. Hombre tan diferente, elegante, discreto; entendía el arte del canto que el gran tenor canario supo imprimir en todas y cada una de sus actuaciones.

Hoy en las Palmas de Gran Canaria gozan de un edificio emblemático que es el Auditorio Alfredo Kraus en homenaje y agradecimiento a la labor del tenor grancanario en el mundo de la música, ya que a lo largo de su carrera llevó el nombre de su ciudad natal por todo el mundo.

Fuentes de información:

Internet
Wikipedia