Manon

El día 4 de junio tendríamos que haber asistido a la representación de la ópera “Manon”, que iba a ser retransmitida desde el Teatro del Liceu de Barcelona.

Hay óperas que sólo sobreviven al paso del tiempo porque los divos siempre han deseado cantarlas. Manon, de Jules Massenet, es una de ellas. Manon se sigue representando sin cesar desde su estreno, en 1884, en la Opéra Comique de París. La clave de tan perdurable éxito está en las grandes oportunidades de lucimiento que brinda a la pareja protagonista. Y el Liceu, se ha aseguro el éxito contratando los servicios de dos grandes divos: la soprano francesa Natalie Dessay y el tenor mexicano Rolando Villazón.

Esta pareja de oro de la nueva generación de intérpretes operísticos estuvo secundada por un buen nivel en el resto de un amplio y solvente reparto en el que destacan dos voces españolas -el barítono Manuel Lanza, Lescaut pícaro, descarado y rotundo, y el tenor Francisco Vas, histriónico y siniestro Guillot- y el barítono francés Didier Henry, impecable Brétigny. La propuesta escénica de David McVicar puso al público del Liceu en pie gracias al tremendo esfuerzo que significó este descomunal montaje, cargado de nostalgia y detallismo historicista. Víctor Pablo, que hacía su debut en el podio liceísta realizó una labor magnífica en todos los sentidos, uno de sus mejores trabajos líricos. Vivacidad, matiz y buen sonido de orquesta y coro fueron conseguidos plenamente.