María Anna Cecilia Sofía Lalogeropoúlou: la mujer conocida como «María Callas» (1923-1977)
Soprano estadounidense de origen griego y considerada la cantante de ópera más eminente del siglo XX.
Hija de una pareja de emigrantes griegos que llegaron en agosto de 1923 a Nueva York. La familia tuvo que adoptar el apellido Callas debido a la complejidad del suyo, original heleno.
A los trece años regreso de nuevo a Atenas con su familia. Una vez separados sus padres, su madre decide volver a finales de 1936 a Atenas en compañía de sus dos hijas la bella Jackie y María, las hermanas deseaban ser cantantes aunque solamente María poseía «el don». Su madre quería para ella un buen matrimonio porque con su físico jamás pensaba que llegaría a nada. Pero lo que no sabía es que María era un diamante en bruto y poseía una voz única con un insólito talento para la interpretación, no solo eso; además de un gran temperamento, unos ingredientes que podían hacer de ella una estrella única que brillara.
Pero su vida no es toda de color de rosa, el que a ella le hubiera gustado; mujer poco atractiva, no había tenido mucha suerte. La relación con su madre marcó el carácter muy fuerte de la cantante. El afecto de su progenitora era un puro interés para que la sustentara, le obliga a ejercer la prostitución para poder vivir en su juventud, ya que prefería a su otra hija, más bella que María.
Pero como todo en la vida, la de ella sufre un gran vuelco una vez más cuando llega la II Guerra Mundial y salpica a Grecia. Los ejércitos alemán e italiano invaden la ciudad, la miseria come a la gente y su madre con esa situación busca la manera de obtener el dinero de la manera más fácil, y así anima una vez más a su hija hacerse amiga de los soldados a cambio de favores fáciles.
Al poco tiempo de estar allí comenzó su formación en el Conservatorio de la capital helena, allí tuvo que falsificar su edad ya que no estaba permitido el ingreso a los menores de 16 años en la escuela, conoció una profesora de canto a Elvira de Hidalgo, «soprano española de Teruel» su carrera estuvo a la altura de las grandes divas, luego se retiró para dedicarse a la docencia en Grecia.
Allí fue donde conoció y descubrió a una joven ¡¡ María Callas!! fueron amigas y se convirtió en su maestra, amiga y confidente.
María tuvo una formación lenta, nadie la presagiaba como una futura diva. Fue miembro desde 1940 hasta 1945 de la Compañía de la Ópera de Atenas, estando allí tuvo tiempo para poder ganar en papeles de su cuerda y experiencia escénica. Fue llamada «La Divina», sus primeros pasos como profesional se produjeron en 1942. El Teatro Lírico Nacional de Atenas fue el escenario de su puesta de largo con la opereta «Bocaccio«.
Su debut definitivo ya comienza en agosto de ese mismo año 1941 en el papel de «Tosca» de Puccini ya que poseía una extraordinaria voz y al mismo tiempo unas grandes cualidades expresivas.
¡¡Estrellato La Ópera de Atenas, su primera gran actuación!!
La vida de María vuelve a tomar un nuevo cauce y a los quince años destaca, interpretando el papel de Maria en «Tiefland» la ópera de Eugen d´Albert basada en el drama «Terra baixa» del catalán Angel Guimerá.
Por su extraordinario talento y su tipo de voz es una Soprano dramática de agilidad. Convertida en un mito, sobrepasó ese estrecho círculo de los amantes de la ópera, mujer de voz portentosa, su persona forma la manera de abordar la interpretación con su manera de ser, bordaba los personajes en escena. Mujer verista, sensual y moderna, su estilo revolucionaba las costumbres de los grandes divos y divas de la época.
Era la voz de la excelencia, fue una mujer que dio un cambio radical y la puesta en escena en el mundo del espectáculo.
El repertorio contemporáneo que abordó en su carrera y en esta primera etapa: El estreno de la ópera Manolis Kalomoris «El Contramaestre» y unos papeles titulares, este ha sido uno de los pocos títulos contemporáneos que abordó en su carrera.
Marchó a Italia, donde debutó en la Arena de Verona en 1947 con la «Gioconda» de Amilcare Ponchielli, después de haber rechazado un contrato en el Metropolitan Opera House de Nueva York.
Obtuvo tal éxito en estas representaciones que otros teatros italianos atrajeron sobre ella su atención, su carrera ya llevaba un camino imparable y protegida por el eminente director de orquesta Tullio Serafín, fue el director operístico más famoso de su tiempo, con un repertorio de más de 250 óperas.
A partir de ese momento fue consagrada como la gran soprano de su generación entre sus óperas cantó «Turandot» de Puccini, «Aida y La forza del destino», de Giuseppe Verdi y por supuesto «Tristán e Isolda», de Richard Wagner, la última en versión italiana, con la ópera «Norma», de Vincenzo Bellini que la canto en 1948 en Florencia la acabó de consagrar como la soprano de su generación una de las mayores del mundo.
En 1949 conoce en Verona al que sería su marido G. Battista Meneghini un acaudalado industrial tan mezquino como avaro, siendo treinta años mayor que ella, a partir de ese momento su vida toma otros derroteros y es explotada por su esposo.
Él decidió convertirla en una rutilante estrella y toma automáticamente la batuta de su carrera ejerciendo de marido y mánager al mismo tiempo, pero no se da cuenta ella que su relación se encuentra en alejarla al fracaso de María.
La década de 1950 fue la más grande de sus extraordinarios triunfos estaba en pleno apogeo en sus medios vocales, encontrándose en su pleno momento de éxitos, protagonizando veladas inolvidables donde encarnaba los grandes papeles del repertorio belcantista y romántico para la soprano.
La manera que tenía María encima de los escenarios era soberbia la calificaban a la soprano como «la interprete perfecta» su voz era magnifica, potente, tenía una capacidad asombrosa ¡¡»Fue la intérprete perfecta»!!
El director de la Orquesta Sinfónica Josep Vicentla catalogaba a María como «auténtica» ella no interpretaba, su personalidad traspasaba las partituras.
Otro que la definió perfectamente ha sido Visconti después de una Traviatta «Es la mejor actriz del mundo, su aportación al mundo del espectáculo era saber estar en un escenario, cuando bajaba por las escaleras al escenario dejaba al público anonadado, fue una mujer que sabía de sobra que la ópera no sólo se cantaba, sabía cautivar con su mirada y su voz”.
En 1950 y de la mano de Toscanini debuta en La Scala de Milán con «Aida» y seis años más tarde lo hace en Nueva York con » Norma».
Su trayectoria artística empieza a salpicarse de extraordinarios éxitos y singulares anécdotas ya que su temperamental y fuerte carácter la lleva a protagonizar un montón de escándalos.
En más de una ocasión se niega a actuar porque se volvió impertinente o por creer que su voz no está en condiciones adecuadas, en 1958 aquejada de un resfriado salía por la puerta trasera de La Scala tras el primer acto de «Norma» porque pensó que no estaba en condiciones y estaba en un evento en honor al entonces presidente Gronchi.
Pero su indiscutible magnetismo en escena la hacía única y ella lo sabía, ella era la Prima Donna, «La Divina Callas» y ella nunca dudaba que el público la perdonaba.
En el año 1959 ya es un año determinante para María, el magnate naviero Aristóteles Onassis llega a su vida, y la cantante decide abandonar a su marido e inicia una vida completamente desordenada junto al millonario griego, su vida fue una auténtica tragedia. En cambio fue la soprano más carismática de la historia pero la ópera no le dio un mundo feliz.
María pasa a ser protagonista de todas las portadas de las revistas de la prensa rosa, acude a sus actuaciones en los aviones privados del armador, sin prepararse como suele hacer una artista. Tras quedar embarazada y sufrir un aborto cosa que no pudo soportar, su voz empieza hacerse eco de los excesos y empieza el declive de la cantante.
En 1961 interpretando la ópera «Medea» protagoniza un auténtico pulso con el público al que se enfrenta al ser abucheada, pero ella consigue encandilarlo de nuevo, aunque su declive ya es de dominio público.
Ya en 1965 su voz de nuevo vuelve a decaer y es puesta en tela de juicio. Entonces es cuando María decide abandonar el canto con tan solo 41 años y consagra su vida al amor de su vida y al cual exige la formalización de su relación, pero nunca fue como ella pensó.
Onassis la abandona en 1968 ya que puso sus ojos en Jacqueline Lee Bouvier, viuda del presidente Kennedy. La ambiciosa ex primera dama, consigue que la pareja contraiga matrimonio el mes de octubre de ese mismo año en una ceremonia de gran revuelo mediático.
La traición de su amado Aristo, su paisano, su gran amor que siempre le negó el matrimonio, rompe el corazón destrozado de María. Jamás se lo perdona aún cuando le va mal con la viuda y va a implorarla que regrese con él.
Un año después Pasolini vuelve a ficharla para interpretar «Medea» un papel en el que no canta solo se limita a actuar, tiene tal talento para la interpretación que será reclamo de otros grandes directores cinematográficos, como Visconti.
La cantante intenta reponerse pero está hundida en todos los sentidos, empieza a pensar en toda su infancia que le vuelve aflorar y empiezan los rumores de intento de suicidio, los barbitúricos son su gran aliado abusa de los somníferos y es presa de las depresiones.
«La Divina Callas» fallece «sola, perduta, abbandonata» en su lujoso apartamento de París a sus 53 años sintiéndose rechazada y sola.
Era una muerte anunciada.
Aprendió a saborear cada instante de su vida que pasaba y apreciar toda la abundancia que formaban parte de ella.