El pasado día 25 de abril hicimos una excursión de un día solamente para ver el maravilloso castillo de Coca, mandado construir por D. Alonso de Fonseca tras obtener permiso del rey Juan II de Castilla en el año 1.453.
La imagen exterior del castillo es de una extrema belleza. A diferencia de los castillos cristianos, de muros lisos, sillares regulares y monocromos, con un valor exclusivamente defensivo, aquí podemos admirar el triunfo de la fantasía, de la imaginación y del ensueño. Su originalidad es tal que está considerado el más bello exponente del mudéjar militar castellano.
El ladrillo se utiliza no sólo como material de obra sino también como elemento decorativo, creando llamativos juegos de color (crestería de ladrillo curvo y más rojo) y de formas (friso de arquitos ciegos hechos de ladrillos colocados en estrías). Los garitones se hallaban estucados y pintados con motivos geométricos de color rojo y azul, que aumentaban el cromatismo del conjunto, como aún puede observarse en muchos de ellos.
Su emplazamiento, junto a un extenso meandro del río Voltoya, aumenta el valor cromático del conjunto al coincidir en el espacio, y en la retina del espectador, las tonalidades verdes de la vegetación ribereña, los azules del cielo y los naranjas del propio castillo.
Desde Coca nos desplazamos a Arévalo donde antes de nada y para reponer las fuerzas que habían quedado mermadas al subir las escaleras de caracol del castillo de Coca, nos dirigimos directamente al restaurante El Tostón de Oro para degustar las maravillas gastronómicas de la Villa, el inigualable cochinillo asado y el cordero, además de otras delicias.
Ya con la “tripa llena” y contentos con los excelentes caldos que bebimos, nos fuimos a recorrer el extenso patrimonio cultural de Arévalo con una guía.
Visitamos la iglesia de Santo Domingo de Silos, caminamos por sus encantadoras plazas Plaza del Real, Puerta de Alcocer, Plaza de la Villa donde uno puede entretenerse recorriendo los soportales y buscando dos columnas, de piedra o de madera, iguales entre las 56 que aguantan las balconadas.
Durante la época medieval, aquí se celebraron festejos, torneos, mercados o corridas de toro. En ella encontramos varios ejemplos del estilo mudéjar, por el que es tan reconocida a nivel artística la localidad de Arévalo. La Iglesia de Santa María la Mayor es uno de los edificios religiosos donde más patente se muestra el estilo mudéjar. La Plaza de la Villa está flanqueada por dos iglesias, que perdieron sus funciones parroquiales a principios del siglo XX, pero que esconden en su interior gratas sorpresas para el visitante. La iglesia de Santa María la Mayor fue construida a finales del siglo XII por los Briceño y cuentan que sus campanas marcaban los cien toques con los que se anunciaba el cierre de las puertas de la muralla.
En fin, nos quedaron muchas cosas por ver porque, como decíamos más arriba, tiene un patrimonio cultural muy amplio que requiere de más tiempo y solo teníamos 2 horas, pero motivo para volver.
Pasamos un día estupendo y el tiempo nos acompañó con una buena temperatura y sin lluvia.